De nuevo miró por la ventana del balcón de su habitación. La mañana era clara, aunque en el cielo persistían las nubes. Paseando hacia la entrada del parque, una señora guiaba a tres niños. ¿Serían sus hijos o sería una doncella que los acompañaba al jardín?
Percibió una sensación extraña en su cuerpo. El no haber sido madre era una idea que siempre estaba en su cabeza, torturándola.
Eran dos varones y una hembra. Reían. Llevaban unos grandes aros que hacían rodar sobre la gravilla del camino de entrada, hacia la fuente. La niña abrazaba una muñeca enorme para su edad.